¿Por qué tributamos?
Esta interrogante podría ser
respondida quizá por nuestro inconsciente, ya que desde un inicio, los grupos humanos que se
convirtieron en las sociedades actuales, necesitaron la presencia e integración
de personas que buscaran fines específicos como la subsistencia, he ahí la necesidad diríamos de que sus integrante estén
en la capacidad de aportar y cumplir,
con esos fines más aun si tenemos
en cuenta de que estos grupos enfrentaban un entorno hostil. Esta necesidad fue arraigándose y creciendo con la evolución
de las sociedades primitivas pasando desde la etapa feudal hasta la configuración
de los actuales estados.
Pero no todas las relaciones cambian y es así que una mirada retrospectiva
de nuestro pasado, veremos que siempre se concibió los niveles de jerarquización
dentro de la estructura social, ya que como
en toda organización están los individuos que
dirigen y asumen el rol de dominador, y aparece entonces la
relación cuasi necesaria con el dominado. Entonces ¿acaso es producto
manifiesto de dichas relaciones los tributos?, la respuesta es afirmativa, explicándose
así que a lo largo de la historia de la humanidad estos tributos no solo
llegaron a comprender desde la vida de las personas, propiedades, trabajo, sino
todo aquello que fuera exigido a los súbditos por los dominadores.
¿Y porque denominarlos tributos? Etimológicamente el significado de la
palabra lo justifica, pues esta denota todo tipo de “carga” en forma de dinero
o en especie que recae sobre los que son parte conformante del estado, con esa
idea podemos ahora entender que tales relaciones de dominación que hicimos alusión no continuarían, pues
estaba en formación la concepción de estados moderno. Claro que cuando comenzó a
maquinarse esta idea, que partían de la innovación jurídica con implementación de
leyes y organización del estado, se hizo necesaria la complicidad de los
dominados con aquel sector dominante, es así que la figura del tributo concebida
como carga, usando a la normas jurídicas como medio, paso a denominarse
Impuesto, tomando una apariencia jurídica pues ahora es la ley la que la impone,
de tal forma que pueda llegarse a crear una nueva concepción más suave de tributos
como es el caso de las contribuciones.
Es así que inconscientemente aceptamos que el aparato gubernativo del estado encargado de
recaudar dichos fondos justificara su existencia, pues como bien es sabido no
en vano se enuncia que el fin del estado y de sus finanzas públicas es el de
garantizar el bienestar de sus ciudadanos y la satisfacción de necesidades
primordiales. Pero para el cumplimiento de dicho fin se hace necesario recaudar
tributos en sus diferentes manifestaciones (Impuestos, Contribuciones); sin
embargo aquello no quita la idea de que el tributar no representa ningún beneficio
directo, más aun con ineficiencia del estado en la satisfacción de las
necesidades primordiales.
Pero es innegable que formamos parte de un estado y queramos o no debemos
de tributar, por el carácter obligatorio de los tributos, y además de que gran parte nuestro presupuesto sienta base sobre los
tributos recaudados; dicho de otro modo, bajo este sistema solo queda fomentar
una cultura tributaria responsable, pues el estado no produce ingresos propios
y se hace necesaria la satisfacción de las necesidades primordiales como salud,
educación. Eso no descarta la necesidad y exigencia de que el tributar este
directamente relacionado con la capacidad contributiva, y no por el contrario
sean el común de los contribuyentes aquellos que soporten la carga impositiva.